8 - El oboe
El viernes Edson Sierra ensayó con la orquesta para el concierto. El sábado por la mañana comenzaron mis problemas.
—Hijo, vamos a conocer la ciudad con Edson.
—Pero si ustedes ya la conocen.
—Me refiero a que pasearemos con él —explicó mi mamá.
—Entonces me pongo los tenis y nos vamos.
Mi mamá aclaró su garganta.
—En realidad solo iremos Edson, tu papá y yo. No creo que sea buena idea llevar a Fabián.
La última vez que paseamos, se aventó a la laguna y mi papá tuvo que sacarlo. Mi papá no estuvo muy contento durante el día de campo.
—Pero no me puedo quedar a solas con él.
—Va a estar aquí doña Queta.
Doña Queta limpiaba nuestra casa. Supuse que me ayudaría en caso de una emergencia, pero hizo lo de costumbre. Se puso a barrer la cocina con la radio encendida a todo volumen, así que Fabián y yo nos miramos el uno al otro.
—Estoy aburrido —me dijo Fabián.
De repente me vino una idea brillante.
—¿Por qué no tocas mi violín?
Si dañaba mi instrumento, ¡no sería mi culpa! Me desharía de la música para siempre. Así que abrí el estuche y se lo mostré.
—¿Y qué hace?
—Hace ruido.
Sujeté el arco y toqué un par de notas.
—Suena horrible.
Estuve de acuerdo. Y eso que todavía no intentaba el do – do – sol – sol – la – la – sol.
—Mejor voy al baño —dijo Fabián y desapareció por el pasillo.
Yo practiqué una vez más.
Do – do – sol – sol – la – la – sol
No estuvo tan terrible. Para la tercera vuelta, comencé a emocionarme, pero también a sospechar. ¿Por qué tardaba tanto Fabián? Entonces sentí un hueco en el estómago y corrí al cuarto de visitas. ¡Allí estaba el chiquillo con el oboe en sus manos!
—¡Dámelo!
—¡No!
El frío me recorrió de pies a cabeza, luego de arriba abajo. Si Fabián lanzaba una rabieta sería capaz de lanzar el oboe por la ventana.
—Como quieras. El violín es mucho más divertido.
—El violín es aburrido.
—Tal vez haya helado en la cocina.
Fabián permaneció inmóvil. Tuve que hacer uso de todas mis energías mentales.
—No quieres helado ni violín. Yo tampoco. Me voy a jugar video juegos.
—Pero tu mamá los prohibió.
Tenía razón, pero ella entendería cuando le contara lo ocurrido.
—No se dará cuenta.
Entonces Fabián aventó el oboe y yo contraje el estómago. Como en las películas de acción, vi cómo el oboe volaba en el aire y luego caía lentamente hasta caer sobre… el colchón. Sentí como si el corazón me regresara al pecho.
—¿Vamos?
Cerré la puerta tras de nosotros y conecté el aparato. Dejé a Fabián hundido en una partida de Minecraft. Regresé a la habitación de Edson Sierra y limpié el oboe con su paño especial, luego lo deposité en su estuche.
Se me hicieron eternas las horas, hasta que mi mamá abrió la puerta y me lanzó una mirada fulminante. Sí, jugamos Minecraft más de dos horas. Sí, rompí las reglas. Sí, mi castigo sería quedarme sin helado de postre. Pero no me importó. Había salvado el concierto de esa tarde. Después de comer, Edson se puso un traje azul, luego se acomodó en el sillón de la sala.
—¡Qué feo es tener un objeto tan delicado! —dijo Fabián mientras el maestro Sierra limpiaba su instrumento antes de irnos al concierto.
—Tienes razón —contestó sin despegar la vista del oboe—. Es horrible, tan horrible como tener un hijo. Cuando nacen, uno debe de cambiarles el pañal y bañarlos porque no lo pueden hacer por sí mismos. Además, uno debe cargarlos a todas partes porque los muy inútiles no saben caminar. ¿Delicados? ¡Tremendamente! Que no les dé frío, que no les dé calor, que no les dé cólico. Para colmo, cuando crecen siguen igual de delicados. Uno les compra ropa, juguetes y hasta zapatos. Deberían cuidarse por sí mismos. Total, así como un carrito sin ruedas, un niño podría andar sin un brazo. ¿No lo crees, Fabián? —preguntó clavando sobre él sus pupilas azules.
Mi primo se había ido hundiendo en el sofá, y curiosamente no volvió a abrir la boca, ni siquiera para quejarse cuando mi papá anunció que iríamos al concierto. Nos sentamos en el palco de siempre, con Fabián a mi lado quien jugó con la tableta todo el concierto y no dio lata.
Edson, por su parte, tocó una hermosa pieza de Bach. Creo que es el compositor favorito de mi papá. ¿Y yo? Yo no me pude deshacer del violín. Algo más se me ocurriría.
(En el video verás un concierto de oboe compuesto por Bach. ¿Notas que llevan cubre-bocas?)
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D.R. ©️ Keila Ochoa
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